Hablemos sobre integración

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Dos Magazine Art 2Hablar sobre integración demanda conocer sobre otros conceptos en materia de relaciones internacionales, con el fin de poder plantear ideas sobre los esfuerzos ya realizados en desarrollar la integración como teoría y analizar la integración como herramienta y/o proceso (s).

Los estudiosos de las relaciones internacionales, y también de otras ciencias sociales, conocen per se  la importancia del concepto de soberanía nacional, el cual, ha sido muchas veces trillado y sobredimensionado cuando se habla de integración. La soberanía nacional es un nervio muy delicado que constituye el pilar que diferencia al Estado de los demás actores internacionales, haciéndolo actor clave en el sistema internacional. Desde la noción kelseniana de soberanía nacional se puede decir que el concepto  trata de un orden con poder que representa la autoridad más sublime y suprema que auto limita su propia función; es decir “nada más alto que la soberanía” (Serbín, 2010).   Adelantando el concepto de integración, sin llegar todavía a una exposición conceptual, la integración no podría ignorar el ser de la soberanía que se ha antepuesto históricamente desde la Paz de Westfalia, 1648.

El contexto indiscutible de la globalización e interdependencia, ha conocido la integración dentro de su circunscripción espacial y temporal; lo cual refleja que integración y globalización no son sinónimos, sino que al desarrollarse en el tiempo tienen como común denominador que ser procesos. Muy acertadamente el Dr. Rodolfo Cerdas define la globalización como:

“…conjunto de procesos objetivos contemporáneos que han transformado el desarrollo histórico social conocido hasta hoy, sobre la base de la cibernética, la comunicación satelital y la revolución tecnológica en todos los campos del quehacer humano y muy particularmente en el ámbito de las comunicaciones, la organización de la producción, la gestión de las finanzas y las relaciones económicas y comerciales internacionales” (Cerdas, 2010, p.73).

En relación con el apartado anterior el Dr., Rodolfo Cerdas (2010, p.55) sostuvo que “la integración se refiere a los procesos específicos de unificación económica o política, con la búsqueda y creación subsiguiente de instituciones y comunidades que no son lo que se produce o busca la globalización”. En ese sentido lo que busca la globalización es  más  que unificar transformar, mientras que la integración busca unificar más que transformar, siendo la globalización catalizadora tácita de la integración, que unifica también, de ahí que se hable sobre la unificación de mercados. Ahora, teniéndose una diferenciación entre integración y globalización, se puede señalar que la integración se inserta como uno de los tantos procesos de la globalización.

En un estudio reciente Umaña (2011), señalando  a Ulate Chacón (2004) quien expone que la integración es más allá que unificar en el sentido económico, clamando a dar seguridad a máximas como: la paz, derechos humanos y democracia. En tanto globalización no distinga de la integración, dichos conceptos se verán tergiversados al pensarse que sus bases rudimentales pertenecen sólo al el ámbito económico. La globalización ha transformado las estructuras económicas, pero no es un proceso sólo económico; au contraire la integración en sus inicios se  configuró como teoría de integración a la cual le confirió el apellido de económica.

De acuerdo a la investigación de Aline Frambes (1993), la integración se puso en boga en el siglo XX con atestados puramente económicos, financieros y comerciales en un momento donde se configuran otras teorías, que ahora solo caben mencionarlas con el fin de dibujar el escenario de aquella época: teoría de la dependencia e interdependencia. En dicho escenario postrimero a la Segunda Guerra Mundial, el comercio internacional aunado a la corriente neoliberal como visión de mundo, gestó una teoría de la integración rodeada de una necesidad que apuntaba al crecimiento económico, entendido como desarrollo.

Gudynas & Villalba (2006), explican la teoría del crecimiento económico como aquella  donde el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), es indispensable para erradicar la pobreza, para lo cual es importante la liberalización económica, el bueno curso del comercio internacional e inversiones; siendo la pobreza  condicionante de si existe o no desarrollo en un país. La verdad es que la pobreza es solo un flagelo más.

Para pulir más el concepto de integración no se puede dejar pasar a Karl Deutsch (1990), quien ensaya sobre el concepto raso de “integrar” , lo cual significa hacer un “todo con las partes” con el fin de que sea un: sistema coherente. Deutsch (1990, p.285) define integración como:

“Una relación de unidades en la cual éstas son mutuamente interdependientes y poseen en conjunto propiedades sistémicas de las que acrecerían si estuvieran aisladas…también se plantea el término integración para designar al proceso de integración mediante el cual se logra esa relación o situación entre unidades separadas”.

Deutsch da luces sobre una “teoría general de integración”, lo de “general” dado que aplica tanto a los primeros postulados sobre la teoría de la integración (económica), así como a las tendencias del presente, de forma que esboza un concepto bastante amplio pero limitado en el sentido de destacar las propiedades sistémicas que reflejan un patrón de comportamiento. Donde no se observa un patrón de comportamiento o no se puede identificar ese “todo”, no se podría hablar de integración. El ser o ente integrado mide su poder cohesivo frente a diferentes grados de presión (Deutsch, 1990), que serán la prueba de qué tan vulnerable y sensible es la integración a las externalidades o inclusive a los conflictos que se generen desde adentro. .

Se debe agregar que Deutsch, expone la integración como un fin y un proceso, dos características claves a analizar. Si la integración es un fin, esta debe tener claros sus objetivos por ejemplo: mejorar en conjunto (de países, vía cooperación) la balanza comercial con políticas que afluyan la Inversión Extranjera Directa (IED) en el área de tecnologías para el sector salud, aprovechando la ventaja comparativa y competitiva. En ese sentido con el pasado ejemplo hipotético, aunado a los insumos teóricos, se puede decir que la integración que busca un fin viene a ponerle el apellido al tipo de integración ya sea esta política o económica, ambas u otras; lo cual sería un reflejo de la necesidad que se logra identificar en el tipo de integración que se busca. Es por esa razón que se buscó en el pasado una integración económica, porque había una necesidad de crecimiento económico para cerrar la brecha Norte-Sur, de ahí el shift a los procesos de industrialización y el nacimiento de la teoría de la dependencia en los 60’s, donde se destacan Gunder Frank, Cardoso, Falleto y Presbich como teóricos (Torres, 1979).

El alcance físico de la integración va a determinar los diferentes regionalismos, que insertan un valor geográfico y hasta geopolítico. Serbin (2010), refiriéndose al tema de los regionalismos subraya la nueva fase del proceso de integración regional como un regionalismo pos liberal, es decir un modelo diferente al regionalismo abierto, donde el ingrediente político clama espacio en los acuerdos entre actores participantes de la integración. El mismo autor señala como ejemplo la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), como proyecto regional de integración con factor político, al cual se debe añadir la característica dada por Deutsch, sobre el comportamiento que genera el todo integrado en relación con lo que él llama “el dominio de la integración” (Deutsch, 1990).

Esthér Barbé (p. 275), citando a Butros Gali, quien señala (1992) sobre una nueva realidad donde los estados “ceden algunas prerrogativas de su soberanía” en orden de ese todo como ente que refleja la integración; donde, cada vez las fronteras nacionales se hacen más difusas en beneficio al intercambio comercial y el avance de la tecnología, lo cual ha estrechado las comunicaciones: todo culpa o gracias a la globalización como contexto del cual se habló anteriormente. Sin duda la Unión Europea es uno de los ejemplos contemporáneos de integración insertando a la supranacionalidad –como rasgo único y diferente a cualquier otro ejemplo de integración-, lo cual supera el celo por la soberanía nacional, aspecto que cuando se extremó en el Viejo Continente  trajo consecuencias desesperanzadoras durante el siglo XX.

Especialmente es América Latina un buen laboratorio para analizar varios ejemplos de integración, los cuales en el pasado se caracterizaron como puramente económicos, hoy por hoy no dejan  dicha naturaleza sin suman la política y la ideológica. Esto hace más complejo el análisis del porqué una integración tras integración parece más una fragmentación (Serbin, 2010). Como buen laboratorio, se cuenta con una institucionalidad bastante amplia que refleja el nivel de integración en el hemisferio.

Del lado de las instituciones que parten de una integración neo-clásica de la teoría de la integración, se puede señalar al Mercado Común del Sur (Mercosur), el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), Comunidad del Caribe (Caricom); entre las instituciones con el pilar económico y político se menciona a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), donde este último , sur le papier,  denota los postulados de Ulate Chacón (2004) sobre democracia.

Cabe señalar que los actuales esfuerzos integracionistas exaltan propósitos democráticos, como si la integración per se fuese una herramienta para democratizar, cuando se ha visto de lejos en diálogo con la sociedad civil. Dichos esfuerzos deben venir desde adentro de cada una de esas partes que integran el ser o ente integrado, aunado a objetivos comunes que tengan miras  a velar por la salud  de la democracia. Es interesante cuando se analiza el discurso bolivariano del ALBA sobre integración, que en vez de crear puentes y caminos, separa apoyando la fragmentación, la cual se puede ver como el boomerang de un descuidado planteamiento de un proyecto y proceso de integración.

A finales de los 80’s, se comenzó a trazar una nueva concepción de desarrollo, que no es la sobredimensión ambientalista, sino que es el rescate del valor del ser humano y que este pueda gozar de una vida plena. Por tanto no es coincidencia que en 1990 se diera el Primer Informe sobre el Índice de Desarrollo Humano, que ha trabajado sobre la premisa de que la verdadera riqueza de una nación está en las personas. Mahbud ul Hag, creador del Informe sobre el Desarrollo Humano expresó:

“El objetivo principal del desarrollo es ampliar las opciones de las personas. En principio, estas opciones puedenser infinitas y cambiar con el tiempo. A menudo las personas valoran los logros que no se reflejan, o al menos no en forma inmediata, en las cifras de crecimiento o ingresos: mayor acceso al conocimiento, mejores servicios de nutrición y salud, medios de vida más seguros, protección contra el crimen y la violencia física, una adecuada cantidad de tiempo libre, libertades políticas y culturales y un sentido de participación en las actividades comunitarias. El objetivo del desarrollo es crear un ambiente propicio para que la gente disfrute de una vida larga, saludable y creativa” (PNUD, 2012).

Es en ese sentido donde la integración puede retomar su verdadero camino, siguiendo como objetivo el verdadero concepto de desarrollo, donde vale decir que la Unión Europea ha tenido. La integración debe ir más allá de buscar afanadamente la reducción de barreras comerciales y pensar en aquellas barreras migratorias; debe sopesar sobre el costo de tener un mundo más cercano, en donde el conocimiento sobre los problemas como la pobreza ha aumentado sin que verdaderamente disminuya el flagelo. La integración no debe ignorar la realidad del grado de integración en el ámbito económico en donde saltan actores como las empresas internacionales, multinacionales y transnacionales (Kozikowski, 2007).  Nadar contra corriente, esto es, contra la globalización tiende explicar proyectos de integración fantasiosos como el ALBA que ni mejoran las relaciones económicas internacionales ni potencian el desarrollo;  o como el rancio manejo político del Parlamento Centroamericano (Parlacen) ,que acomplejan los buenos oficios y la confianza en futuros proyectos de cooperación.

La integración ¿Es buena en sí misma? Un martillo es tan asertivo y creado para pegarle un clavo, así como es tan in asertivo para apagar un reloj despertador. La integración debe tomar en cuenta la realidad nacional, haciendo énfasis en lo común y dedicando el mayor esfuerzo a problemas comunes, los cuales no tengan capacidad de ser resueltos por separado, de caso contrario es una mala “praxis” del Estado en atender problemas fundamentales.

A como señala Umaña (2011), en cuanto se busque mejorar el desarrollo la integración se vuelve más racional. Así mismo la integración no es buena ni mala en sí misma, determinarlo de tal forma  dependerá del objeto y gestión de los actores que la busquen. Lo que sí no es recomendable es olvidarse de la inversión en el factor humano, actualmente Corea del Sur, creyó en esa máxima siendo actualmente un país exitoso en términos de desarrollo humano, donde no solo se integró al mundo, sino que está en proceso de establecer lazos de integración más profunda con otros países.

 

 

Bibliografía

Barbé, E. (1995). Relaciones Internacionales. Madrid: Tecnos.

Cerdas, R. (2010). Costa Rica en la encrucijada. Globalización, identidad y democracia. San José: Juricentro.

Deutsch, K. (1990). El análisis de las Relaciones Internacionales. México: Gernika.

Frambes, A. (1993). Teorías sobre la integración aplicables a la unificación de los países latinoamericanos. Política y Cultura. México: Universidad Autónoma Metropolitana.

Gudynas, E., Villalba, C. (2006). Crecimiento económico y desarrollo: una persistente confusión. Revista del Sur (165). 3-11.

Informes sobre Desarrollo Humano. PNUD. 2012.http://hdr.undp.org/es/desarrollohumano/

Kozikowski,  Z. (2007). Finanzas internacionales (2ª ed.). México: McGraw Hill.

Serbin, A. (2010). Regionalismos y soberanía nacional en América Latina: Los nuevos desafíos. Buenos Aires: CRIES.

Torres C. (1979).   Teoría de la dependencia: Nota crítica sobre su metodología histórico estructural. Revista Nueva Sociedad (42), 70-86. Recuperada el 30 de mayo de 2012 en: http://www.nuso.org/upload/articulos/584_1.pdf

Umaña, J. (2011). El Acuerdo de Asociación Unión Europea-Centroamérica: Una herramienta para la integración centroamericana. San José: ISOLMA.