Un Latinoamericano en la Organización Mundial de Comercio

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Ginebra, Suiza – Un latinoamericano, el brasileño Roberto Azevêdo o el mexicano Herminio Blanco, será elegido director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC) la próxima semana y como tal será responsable de activar la Ronda de Doha, paralizada desde hace un lustro.

El próximo martes, día 7, la troika de embajadores designados para dirigir el proceso de selección del nuevo máximo responsable de la OMC informará a los dos finalistas de quién ha obtenido el mayor apoyo de los 159 miembros que conforman la entidad que rige el comercio mundial.

El elegido habrá recibido no sólo el mayor apoyo numérico, sino el más amplio en términos geográficos y de desarrollo socioeconómico de los países electores.

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Hasta la fecha, nadie ha sabido identificar un candidato favorito.
Los artículos de prensa y los foros especializados, así como fuentes solventes de la OMC, confirman que Blanco, de 62 años, ex ministro de Comercio de México y jefe negociador del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), contaría con el apoyo de Estados Unidos, de los miembros de la Unión Europea, y de los integrantes del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), al que México pertenece.

A la inversa, se afirma que Azevêdo, de 55 años y diplomático e carrera, contaría con el apoyo de los países menos desarrollados, de las naciones en desarrollo, y de los emergentes.

Una simplificación que ambos candidatos han negado repetidamente argumentando que tienen el apoyo de países de distinto nivel de desarrollo, lo que se demuestra que hayan llegado hasta la recta final de un proceso que comenzó con nueve aspirantes.

Además de los citados, siete contendientes provenientes de Costa Rica, Corea del Sur, Ghana, Indonesia, Jordania, Kenia, y Nueva Zelanda se presentaron para ocupar el puesto que durante ocho años ha ocupado el francés Pascal Lamy, y que abandonará el próximo 31 de agosto.

Lamy ha intentado sin éxito durante dos mandatos consecutivos concluir la Ronda de Doha, unas negociaciones que se lanzaron en 2001 en la ciudad homónima, la capital de Catar, con el objetivo de liberalizar el comercio mundial de los sectores agrícola, industrial y de servicios.

Tras el fracaso de la última gran reunión negociadora -julio de 2008- los miembros intentaron sin éxito relanzar el proceso, hasta que en la cumbre ministerial ordinaria de diciembre de 2011 se asumió que no era viable seguir persiguiendo una quimera: no había consenso para concluir el “paquete” total de negociación.

No obstante, los ministros decidieron continuar negociando alguna de las partes de este “paquete” total en las que hubiera mayor consenso, en aras a probar que el acuerdo es posible y así presentarlo al mundo en la novena cumbre ministerial, en diciembre de 2013 en Bali (Indonesia).
Todos concuerdan en que si no se logra concluir un acuerdo en Bali, la credibilidad de la OMC quedará gravemente minada.

Es precisamente en ese encuentro donde tendrá que “estrenarse” el nuevo director general, que deberá demostrar sus cualidades de prestidigitador para lograr un “acuerdo de mínimos”.

Tanto Azevêdo como Blanco se muestran convencidos que tienen la capacidad para sacar de la Unidad de Cuidados Intensivos a la Ronda, aunque esgrimen argumentos opuestos.

El brasileño remacha que él conoce perfectamente los engranajes de la institución dado que, no sólo ha sido represente de su país ante la OMC desde 2008, sino que durante tres lustros se ha dedicado exclusivamente a tareas relacionadas con el comercio multilateral, en contraposición a Blanco que si bien negoció varios acuerdos comerciales bilaterales para su país, ha pasado la última década trabajando para la empresa privada.

“La situación requiere que el candidato que gane asuma las riendas inmediatamente. No va a tener tiempo de estudiar”, ironizó Azevêdo en una reciente entrevista con EFE.

Por su parte, el mexicano ve el lado bueno de la critica de su contrincante, destacando la necesidad de aire fresco.

“El atractivo de mi candidatura es que no estoy aquí, que traigo una visión de fuera, que soy capaz de tener credibilidad tanto en el exterior como al interior. Pensar que alguien que ha sido parte del proceso vaya de repente a resolverlo… Me parece un poco más difícil”, comentó a EFE.

De lo que nadie tiene dudas es que sea quien sea el elegido, tendrá la titánica y ardua tarea de salvar la dignidad de una institución que muchos comienzan a plantearse si debe seguir siendo un organismo de referencia. (Marta Hurtado-EFE)